A prender velas y rezar para que se den resultados ajenos
San Lorenzo hizo las cosas mal en 2011. Jamás aprendió de los errores y, aunque parezca insólito, se superó en 2012 y arrancó peor. Los dirigentes demuestran incapacidad para estar al mando de la institución, el plantel es más que mediocre y el entrenador se empeña en igualar las estadísticas de Juan José López. Luego de la tétrica actuación en cancha de Lanús, el único milagro que le daría vida al club sería esperar caídas de Olimpo, Tigre, All Boys, Unión, Rafaela y San Martín
Es realmente muy difícil poder explicar con palabras lo que está sufriendo el pueblo sanlorencista en estos momentos, y más complicado todavía es argumentar cómo es posible que una institución haga tan mal las cosas durantes tres años, más precisamente en 114 partidos, y ver la manera en que cava lentamente su propia tumba. La realidad demuestra que estos casos increíbles pueden suceder cuando la administración se convierte en desorganización y la gestión en descalabro. De la mano de Rafael Savino primero, y de Carlos Abdo luego, los últimos gobiernos se pusieron de acuerdo para pasarle a los hinchas la misma película que en 1981.
Desastre económico, deudas por todos lados, incapacidad dirigencial, inexistencia de planificación y un camino sin rumbo en lo futbolístico, alimentado por una cadena sin fin de malas decisiones y elecciones.
Savino comenzó la destrucción y el vaciamiento del "Ciclón", algo similar a lo que hizo José María Aguilar. Y Carlos Abdo llegó para enderezar la nave, algo que jamás pudo hacer desde su inexperiencia para estar al mando de una entidad de semejante renombre, con su estilo personalista y una soberbia que excede ampliamente las cuatro paredes de su despacho. Sí, adivinaron, igualito a Daniel Alberto Passarella. A esta altura ya resulta imposible no comparar a San Lorenzo con River Plate, que terminó descendiendo a la B Nacional por causas muy similares.
Todo el desconcierto externo se fue pasando poco a poco a los jugadores, los verdaderos protagonistas de la historia. Un plantel no acorde a las expectativas de un conjunto de tanta magnitud, con nulo poder de reventa, sin nombres rutilantes, dividido desde la pelea Bottinelli-Migliore-barrabrava, asustado (varios pidieron irse ante el temor de que la tensión se profundice), nervioso y sin conocer el significado de la palabra jerarquía.
No tiene la culpa Bianchi Arce de jugar como titular con la camiseta "azulgrana", sin tener las condiciones necesarias para poder hacerlo, en el torneo más importante de los últimos 25 años de historia del club. Tampoco Tellechea ni Méndez ni Gigliotti, por citar otros ejemplos. Estos "refuerzos", al igual que a otros como Matías Giménez, Giancarlo Carmona, Jonathan Ferrari, Sebastián Luna, Sebastián Balsas, Emiliano Alfaro, Pablo Velázquez, entre otros más, fueron adquiridos por unos directivos que "sorprendieron" acercando a estos nombres vaya a saber uno bajo qué condiciones. Las consecuencias están a la vista.
Se sabía, desde fines del Torneo Apertura pasado, que el equipo precisaba un "2" y un "8" con suma urgencia. ¿Qué sucedió? No vino ni uno ni el otro. ¿Quién asesora a la hora de contratar? ¿Tienen la altura suficiente como para comandar negociaciones? ¿Están al tanto de lo que está en juego? Que no engañen al hincha con la llegada de Cristian Chávez, un delantero desde nacimiento que fue atrasado por Simeone años atrás en algunos encuentros. Del marcador central, ni novedades, cuando quedan cuatro días de plazo para poder sumarlo.
Ni hablar de la contratación de un entrenador que tuvo serios problemas con situaciones calcadas en Rosario Central, Gimnasia La Plata y Quilmes. ¿Cuál es el trabajo en la semana? Si en los torneos de verano se vio una defensa débil y que sufría con la pelota parada, ¿qué se hizo para corregirlo? Los primeros tres tantos de Lanús dan la respuesta.
Así, sin brújula desde arriba y sin soluciones en cancha, el futuro parece desolador. Ver ese rejuntado de 11 camisetas "azulgranas" pone los pelos de punta, desconcierta, entristece, golpea la moral. Eso no es lo que me contó mi abuelo y lo que amplió mi padre, que transmitieron esta pasión; no son los Matadores, no son los Carasucias, menos que menos los Camboyanos. ¿Qué es lo que está pasando? Aunque resulte doloroso ver calculadoras, sólo quedará prender velas y más velas e implorarle al Padre Lorenzo Massa que ampare a los rivales de Olimpo, All Boys, Tigre, Unión, San Martín y Rafaela. Sólo de esa manera podría esquivar esta plantilla el descenso directo o la Promoción, la que debería ir preparando psicológicamente para ganar tiempo.
No faltarán los que manifiesten que todavía quedan 18 jornadas por delante y es mucho tiempo. Pero el "Cuervo" ya jugó otros 96 partidos que cuentan para la tabla de los promedios y cada día se hunde más. Y la esperanza se apaga cuando se escucha al mandatario atribuirle responsabilidades a la prensa o con ver 15 minutos de juego. ¿Hay una luz al final del camino? Por lo pronto, sólo se puede hacer lo mencionado anteriormente: prender velas. Pobre San Lorenzo, qué mal te han hecho.
Fuente: Playfutbol
Crédito foto: Fotobaires