"No quiero que me vuelva a pasar...”.
La explicación de Walter Kannemann es simple, pero viene del corazón. De ese mismo que latió a ritmo acelerado en mayo de 2012, merced de un estado febril que había decidido ocultar durante una práctica de fútbol para no volver a perder su lugar en Primera, ése que había recuperado con Caruso. Claro, dos años habían sido demasiado margen de inactividad en la elite, y sólo le quedaba algo más de un mes de contrato para convencer a todos de sus condiciones. Pero pudo, y con un gol histórico ante San Martín (SJ), en la última fecha del torneo, para darle vida a un Nuevo Gasómetro que se resignaba a descender. Y se quedó. Y se ganó un lugar, tanto con el hombre del candado como con Pizzi. Pero en este verano, que castigó con un calor intratable, en Cardales el lateral volvió a sentirse mal. Y la preocupación se mantuvo hasta que los estudios médicos revelaron que, físicamente, Walter estaba perfecto. Claro, el asunto venía por otro lado... “No tuvo nada que ver con lo otro. Lo que sucedió fue un sobreentrenamiento. Necesitaba descansar”, explica.
-¿Te dijeron que bajaras un cambio? -Sí, me pidieron que bajara un cambio, porque soy muy de dar todo. Y me dijeron que tenía que empezar a manejar las cargas, a regular. Aprender a regular. Y ahora trato de hacerlo.
-¿Se te complica, te gana la ansiedad? -Por mi manera de ser siempre quise dar el máximo y a veces el cuerpo te dice que pares. Pero a mí me sale ir siempre a 100.
-¿Y ellos qué te dijeron? -Que cuando uno es chico suele pasar, querés jugar y no regalar nada, y eso te lleva a sobreexigiste.
-El haber estado dos años fuera de las canchas, ¿te disparó esa ansiedad? -Y, sí. Yo debuté y durante dos años fui suplente en Cuarta. Hoy no quiero dejar margen para que pase nada de eso. Te juega en contra. Tengo que aprender a manejar la ansiedad para no ir siempre a mil. No pasarme de rosca.
-Hace un año podías quedar libre, y el 2012 lo terminaste como titular.
-La verdad, contento porque salieron las cosas bien. Cuando debuté, en 2010, fue un partido solo. Y cuando volví a jugar casi no había tiempo para pensar, sólo había que rendir para sacar al club de la posición en la que estaba.
-Amén de la ansiedad, ¿en qué mejoraste? -En los movimientos, en conocer más la Primera, porque nada que ver con la Reserva. Y, aunque no parezca, entro más tranquilo. Ayuda no tener la mochila del descenso.
-Si manejaste el último semestre, estás curtido.
-Sí. Cuando uno pelea un campeonato, lo peor que le puede pasar es salir segundo o tercero; pero si jugás una Promoción y la perdés, tenés mucho por perder y poco por ganar.
-¿Y ahora? -Ahora tenemos mucho por ganar. Siempre hay que ir partido tras partido y no subirnos al caballo.
-¿Para qué están? -Creo que primero hay que jugar los partidos. San Lorenzo te demanda pelear arriba, pero también tenemos que tener en cuenta que en los últimos años tuvimos que disputar una Promoción. Hay que ser inteligentes. Es mejor empatar que perder, y si se puede ganar, mejor.
-Cambió el aire, ¿no? -Sí, obviamente. Hace un tiempo estábamos con la soga al cuello, cada punto era la vida. Ahora es lo mismo, pero no tenemos tanto para perder. Antes perdías y te ibas al descenso, ahora hay un pequeño margen. Igualmente, no nos podemos relajar, ojo.
-Hay tranquilidad en el buen sentido, digamos.
-Sí, tranquilidad tenemos, sí, pero no estamos para nada relajados, eh
Fuente: Ole
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